Monday, December 25, 2006
26 - Se acabaron los entretenimientos de la Encarnación
"No pasaron muchos días -dice Gracián- que de las mesmas religiosas, y aun de las más contrarias, venían a ella diciendo: Madre, bueno será que tenga S. R. las llaves de los tornos y locutorios y que ponga tales y tales oficiales, que era lo mesmo que ella deseava. Respondía: Pues a vs. ms. les parece, sea norabuena.
Con esto fue ganando las puertas desta fortaleza, donde estava el demonio tan encastillado entonces, por haver muchas monjas muy mozas y muy damas ... Y como ivan a ella a pedir licencia y llaves para ir a la rexa a hablar a don Fulano y don Citano y dar recaudo a la monja a quien buscavan, despedía las visitas sin que las monjas supiesen que las llamavan.
Acaeció en ese tiempo -añade Gracián- que un cavallero principal tenía allí una conversación muy escandalosa con que andava muy ciego y apasionado. Y como tantas veces le respondían de parte de la M. Teresa de Jesús que estava impedida a quien él buscava, hizo llamar a la Madre a la rexa y descomidiósele con muchas palabras, las cuales ella oyó con mucha humildad y paciencia.
Y acabándolas de oír, con un brío, señorío y gravedad, como si él fuera un pícaro y ella una reina, le dio una tal mano, amenazándole que si asomava los umbrales de la Encarnación havía de hacer con el rey que le cortasen la cabeza, y diciéndoles palabras tan graves y pesadas, que no vio la hora de irse de allí, temblando como un azogado.
Y comenzó a echar voz entre todos los que solían ir al monasterio, diciendo que buscasen ya otros entretenimientos, que los de la Encarnación ya eran acabados por estar allí Teresa de Jesús.
Con esto y con que entendieron que ella havía escrito al rey sobre este caso y otros, y no sé qué muestras que dio dello el corregidor, se apartaron todos de todo punto de aquellas conversaciones …, sin saber las monjas cómo, más que ni sus devotos las visitaban ni las enviaban recaudos”.