Friday, August 31, 2007

 

207 - Si me dice una mentira tan desvergonzada

F.H. Drinkwater en su libro “Historias catequéticas”, II, 712, muestra con una anécdota cómo el racionalismo -sólo existe en la realidad lo que mi razón capta y comprende-, es muy limitado en sus conocimientos y, en consecuencia, no puede abarcarlo y entenderlo todo.




Un cabecilla africano hizo amistad con un misionero europeo, y pasaba mucho tiempo preguntándole acerca de las gentes de Europa y sus costumbres.

Sin embargo, cierto día el misionero mencionó que, en invierno, los ríos se helaban a menudo, de tal modo, que podía caminarse por ellos e incluso cruzarlos los coches.

Esto le resultó increíble, y bastó para destruir la confianza del jefe en el misionero.

-Si un hombre es capaz de decirme una mentira tan desvergonzada, ¿cómo podré creer en nada de lo que después me diga?

Existen igualmente misterios en la naturaleza que la ignorancia rechaza, sólo porque no puede comprenderlos, o porque están más allá de su propia experiencia.






Thursday, August 30, 2007

 

206 - Sine dominico non possumus





El domingo, 29 mayo 2005 pronunciaba una homilía el Papa Benedicto XVI al clausurar el Congreso Eucarístico Nacional Italiano en Bari. La idea principal de su discurso fue que para un cristiano “sin la Eucaristía no se puede vivir”:








El tema escogido, «Sin el domingo no podemos vivir», nos remonta al año 304, cuando el emperador Diocleciano prohibió a los cristianos, so pena de muerte, poseer las Escrituras, reunirse el domingo para celebrar la Eucaristía y construir lugares para sus asambleas.

En Abitene, pequeña localidad en lo que hoy es Túnez, en un domingo se sorprendió a 49 cristianos que, reunidos en la casa de Octavio Félix, celebraban la Eucaristía, desafiando las prohibiciones imperiales.

Arrestados, fueron llevados a Cartago para ser interrogados por el procónsul Anulino.

En particular, fue significativa la respuesta que ofreció Emérito al procónsul, tras preguntarle por qué habían violado la orden del emperador. Le dijo:

-«Sine dominico non possumus», sin reunirnos en asamblea el domingo para celebrar la Eucaristía no podemos vivir. Nos faltarían las fuerzas para afrontar las dificultades cotidianas y no sucumbir.

Después de atroces torturas, los 49 mártires de Abitene fueron asesinados. Confirmaron así, con el derramamiento de sangre, su fe. Murieron, pero vencieron: nosotros les recordamos ahora en la gloria de Cristo resucitado.

Tenemos que reflexionar también nosotros, cristianos del siglo XXI, sobre la experiencia de los mártires de Abitene. Tampoco es fácil para nosotros vivir como cristianos. Desde un punto de vista espiritual, el mundo en el que nos encontramos, caracterizado con frecuencia por el consumismo desenfrenado, por la indiferencia religiosa, por el secularismo cerrado a la trascendencia, puede parecer un desierto (...).

Tenemos necesidad de este Pan para afrontar los esfuerzos y cansancios del viaje. El domingo, día del Señor, es la ocasión propicia para sacar fuerza de Él, que es el Señor de la vida. El precepto festivo no es por tanto un simple deber impuesto desde el exterior. Participar en la celebración dominical y alimentarse del Pan eucarístico es una necesidad para el cristiano, quien de este modo puede encontrar la energía necesaria para el camino que hay que recorrer. Un camino que, además, no es arbitrario: el camino que Dios indica a través de su ley va hacia la dirección inscrita en la esencia misma del hombre. Seguirlo significa para el hombre realizarse a sí mismo, perderlo es perderse a sí mismo.

El Señor no nos deja solos en este camino. Él está con nosotros; es más, desea compartir nuestro destino hasta ensimismarse con nosotros.













Félix Mª Arocena continua esta anécdota en su libro “La celebración de la palabra (Teología y pastoral), (pp. 165-166):



Un ejemplo tomado de la historia martirial de la Iglesia, ilustrará este momento. Cuando, durante la persecución de Diocleciano, las asambleas fueron prohibidas con gran severidad, fueron muchos los cristianos valerosos que desafiaron el edicto imperial y aceptaron la muerte con tal de no faltar a la Eucaristía dominical. Es el caso de los mártires de Abitinia, en el África proconsular del siglo IV, que respondieron a sus acusadores: “nosotros no podemos vivir sin la cena del Señor (sine Dominico vivere non possumus)”.

Pero es dentro del conjunto de estos relatos donde encontramos un diálogo significativo. A un cristiano, llamado Emérito, le interrogaron: -“¿Qué habéis hecho en este día?”. Él respondió: “Hemos leído las Escrituras”. E, inmediatamente, “¿dónde están las Escrituras?”; a lo que Emérito responde: “las tenemos todas en el corazón”.

(La fuente podría tratarse de un documento donatista, cfr. Acta sanctorum Saturnini, Dativi et aliorum plurimorum martyrum in Africa, 7, 9, 10, en Studia Testi 65 (1935) 3-71 (PL 8, 710-711): Habes ergo Scripturas aliquas in domo tua? Et respondit: Habeo, sed in corde meo (...). O martyrem Apostoli memorem, qui legem Domini conscriptam habuit, non atramento, sed Spiritu Dei vivi, non in tabulis lapideis, sed in tabulis cordis carnalibus (¿tienes en casa algunas Escrituras? A lo que respondió: Sí, las tengo, pero en el corazón ... Oh mártir, memoria del Apóstol, que tuvo la ley del Señor escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo, no en tablas de piedra, sino en tablas que son corazones de carne). Aquellos cristianos pasaron sin solución de continuidad de celebrar la eucaristía dominical al martirio).

He aquí un ejemplo de asimilación orante del día del Señor; un ejemplo de una antigua iglesia local que, celebrando la palabra, vive bajo la palabra.






Wednesday, August 29, 2007

 

205 - Anticonformismo e influencia del ambiente

Aparecido en “Palabra”, noviembre 1976



En 1951 el psicólogo norteamericano Solomon Asch realizó una serie de experiencias sobre el conformismo.

Asch mostraba a seis personas una línea de determinada longitud y luego les pedía que señalaran otra equivalente dentro de un grupo de tres. De los seis sujetos, cinco estaban previamente aleccionados para que eligieran una línea “falsa”, y colocados de tal forma que el sexto, verdadero "conejillo de indias" del experimento pudiera oír sus contestaciones.

Asch comprobó que la mayor parte de las personas sometidas a esta presión social se acomodaban a la opinión de la mayoría en vez de aceptar el testimonio irrefutable de sus propios ojos. Pero, además, cuando se les descubría el juego, minusvaloraban siempre la influencia de opinión de los demás es su propio juicio, y aseguraban que el error se debía exclusivamente a su mala apreciación.






Tuesday, August 28, 2007

 

204 - Ahora, déjeme dormir

En 1570, Santa Teresa de Jesús acaba de comprar una casa en Salamanca para convertirla en convento y el propietario ha tenido que echar de la casa a los estudiantes que la habitaban. Lo que sucedió después está narrado por Efrén de la Madre de Dios en su libro "Vida y tiempo de Santa Teresa", pp. 498-499:



281. Cuando se marchó el carpintero, a las cuatro, se quedaron los dos jóvenes jesuitas aderezando el altar para la primera misa, que iba a decir el P. Gutiérrez. Bien lo había merecido. La fundación parecía suya tanto como de la Madre. Prestó ornamentos, altar y frontal y cuanto fue menester. El chirrión traía del colegio cuanto podía servir a la Madre. Al alborear ya estaba todo prevenido y el P. Gutiérrez presente y, "muy de mañana dijo la misa y se tomó la posesión de este monesterio, so la invocación de San Josef".

Era el 1 de noviembre de 1570, festividad de Todos Santos. Hubo, sin embargo, una novedad. Por primera vez la M. Teresa no hizo poner el Santísimo Sacramento, por el mal estado del caserón; el P. Gutiérrez era de parecer que no se pusiese: “fue harto consuelo para mí -dice ella-, según havía mal aparejo de los estudiantes”. No era precisamente porque quisieran vengarse de las monjas; sino por la suciedad y maltrato que habían dejado en el edificio. “Como no deven tener tanta curiosidad -dice con finura-, estava de suerte toda la casa que no se trabajó poco aquella noche”. El ajuar era también todo obsequio del rector de la Compañía, dos tarimas, paja, dos mantas y sarmientos.

Al anochecer de tan febril inauguración, las fundadoras acusaban signos de fatiga. La escena a que dio lugar fue reproducida por la Santa con palabras insustituibles:

“Quedamos la noche de Todos Santos mi compañera y yo a solas. Yo os digo, hermanas, que cuando se me acuerda el miedo de mi compañera, que era María del Sacramento ..., que me da gana de reír. La casa era muy grande y desbaratada, y con muchos desvanes, y mi compañera no havía quitársele del pensamiento los estudiantes, pareciéndole que, como se havían enojado tanto de que salieron de la casa, que alguno se havía ascondido en ella. Ellos lo pudieron muy bien hacer, según havía adonde.

Encerrámonos en una pieza adonde estava paja, que era lo primero que yo proveía para fundar la casa, porque tiniéndola no nos faltava cama. En ella dormimos esa noche con unas dos mantas que nos prestaron ... Como mi compañera se vio encerrada en aquella pieza, parece que sosegó algo cuanto a lo de los estudiantes, aunque no hacía sino mirar a una parte y a otra todavía con temores. Yo la dije que qué mirava, que cómo allí no podía entrar nadie.

Díjome:

-Madre, estoy pensando, si ahora me muriese yo aquí, ¿qué haríades vos sola?

Aquello si fuera, me parecía recia cosa, y comencé a pensar un poco en ello, y aun a haver miedo, porque siempre los cuerpos muertos, aunque yo no le he, me enflaquecen el corazón, aunque no esté sola.

Y como el doblar de las campanas ayudava que -como he dicho- era noche de las Ánimas, buen principio llevava el demonio para hacernos perder el pensamiento en niñerías ... Yo la dije:

-"Hermana, de que eso sea, pensaré lo que he de hacer; ahora déjeme dormir".

Y concluye: "Como havíamos tenido dos noches malas, presto quitó el sueño los miedos" (Fundaciones, 19.3-5).







Monday, August 27, 2007

 

203 - La mejor mujer del mundo

Al final de las memorias del periodista Luka Brajnovic, memorias que son una historia de amor por su mujer, “Despedidas y encuentros”, p. 227, su hija Olga escribe unas páginas como un anexo sobre los tiempos finales de este importante periodista:




La enfermedad no ha hecho sino resaltar más sus grandes pasiones en esta vida: el amor a Dios y el amor a mi madre, que ha sido siempre como el de un recién enamorado.

Uno de los peores infartos cerebrales le sobrevino en casa cuando mi madre estaba preparando la comida y él había ido a cambiarse los zapatos a su habitación. Tuvimos que llamar a una ambulancia que le trasladó al servicio de Urgencias de la Clínica Universitaria. Cuando llegó allí no podía reconocerme y se encontraba totalmente desorientado. Le dolía tanto la cabeza que no podía parar de moverse de un lado a otro. Llamamos al sacerdote para que le impartiera la absolución porque la situación era crítica.

No pudo confesarse, aunque quería hacerlo, porque no comprendía las preguntas del sacerdote, pero en cuanto éste empezó a recitar las oraciones de la absolución, dejó de moverse, sonrió y contestó a cada una de ellas con devoción.

Cuando el sacerdote terminó, los médicos intentaban averiguar hasta qué punto estaba dañado el cerebro de mi padre y le hacían preguntas. No conocía a nadie ni sabía dónde estaba. En un momento señaló a mi madre y le preguntó:

-¿Conoce a esa señora?

De nuevo se calmó, sonrió y asintió.

-¿Quién es?, insistió el médico.

-La mejor mujer del mundo, fue su respuesta.

Aunque no podía recordar su nombre, sabía quien era ella: el amor de su vida. “La mejor mujer del mundo”. A los demás no pudo reconocernos hasta varios días después, cuando comenzó a recuperarse.






Sunday, August 26, 2007

 

202 - Bocca della Verità







La Bocca della Veritá.

Es uno de los lugares típicos de Roma:










Situado en la iglesia de rito bizantino de Santa Maria in Cosmedin. Esta iglesia, fundada en el siglo VI, está situada en el barrio del antiguo Foro Boario y cerca del Velabro.

En el atrio de la iglesia, en uno de los muros de su pórtico románico, hay una gran piedra circular de 1,75 m. de diámetro y que representa una boca que grita. Las hipótesis sobre su origen apuntan a que es una alcantarilla romana que representa al dios Tritón. Una deidad marina con barba y cuernos. En la edad media estaba situada delante de la iglesia.

Según las leyendas romanas, la Bocca della Verità, se usaba para comprobar la verdad. Si uno decía una mentira mientras tenía la mano metida en la abertura de piedra, inmediatamente ésta se cerraba, aplastando la mano al mentiroso.

Todos los turistas se hacen la foto con la mano metida en la boca y es de suponer, diciendo una mentira, para ver si se cierra la boca.

En este lugar tiene lugar una escena de la película “Vacaciones en Roma” en la que Gregory Peck aterroriza a Audrey Hepburn, simulando que la “Bocca” le ha cortado la mano.







Saturday, August 25, 2007

 

201 - No podrías responder de ti mismo, ni siquiera por esta noche




(Esta anécdota es una escena de la película sobre Tomás Moro "Un hombre para la eternidad" del director Fred Zinnemann, y con guión de Robert Bolt).

Tomás Moro vuelve de hablar con el canciller, Cardenal Wolsey, y en el embarcadero de su casa en Chelsea entra en diálogo con un estudiante recién salido de Cambridge, Richard Rich, que espera que Moro le consiga un puesto en la corte:







-¿Dijisteis que había un puesto?

-¡Ah, sí, si! Puedo ofrecerte un puesto con casa, criada y 50 libras al año.

-¡Cuál? ¿Qué puesto?

-En la nueva escuela.

-¡De maestro!

-Richard, nadie te dará un empleo en la corte.

-Sir Cromwell dijo que haría algo por mi.

-¿Cromwell? Si conoces a Cromwell no me necesitas a mí.

-¡Sir Thomas! Preferiría cien veces, mil veces, tener vuestra ayuda antes que la suya.

-No, para un puesto en la corte.

-¿Por qué no?

-Mira (y le enseña una copa de plata italiana de gran valor que se la acaban de regalar)

-¿Qué es?

-Un soborno. Soy un obsequio de Aberail Machine. Y Aberail Machine tiene un caso pendiente en el tribunal. ¡Plata italiana! ¡Quédatela! No es broma.

-¡Oh, gracias!

-¿Y qué harás con ella?

-Venderla, para comprar un traje decente.

-Pero Richard, esto es un soborno pequeño. En el tribunal te ofrecen toda clase de cosas: propiedades, mansiones, escudos de armas ... Debes ir donde no te tienten. ¿Por qué no ser maestro? Serías un buen maestro, tal vez genial.

-Si lo fuera, ¿quién lo sabría?

-Tú, tus alumnos, tus amigos, Dios. No es mal público ése. Y una vida tranquila.

-¡Hazte maestro!


(...)

En otra escena, Richard entra en el comedor, donde está Tomás Moro cenando, después de la fallida visita del rey.

-Presiento que no soy bien acogido en esta casa.

-¿Por qué? ¿Has hecho algo que no merezca una buena acogida?

-Cromwell está haciendo preguntas sobre vos y sobre vuestras opiniones.

-¿A quién?

-¡A ése! Él es una de sus fuentes.

-Claro, es uno de mis servidores.

-Me miráis como si fuera un enemigo.

-Estás temblando, Richard.

-¡Ayudadme!

-¿Cómo?

-¡Dadme un empleo!

-No.

-¡Dadme un empleo!

-No.

-Os sería fiel

-Richard, no podrías responder de ti mismo ni siquiera por esta noche.

(Y esa misma noche va a ver a Cromwell en una taberna del río y acaba dándole diversa información).






Friday, August 24, 2007

 

200 - No te digo que te confieses de ello




Ronald A. Knox en su libro “Retiro para gente joven”, p. 94, explica lo importante que es el conocimiento propio:









No te digo que te confieses de ello, si no lo has hecho, ya que no se trata de un pecado, sino de una distracción o de un error.

No te vaya a ocurrir como a aquella señora que fue a confesarse y se acusó de encontrarse guapísima, cada vez que se miraba al espejo.

-Hija mía -le dijo el cura-, has venido a confesarte de tus pecados, no de tus equivocaciones.






Thursday, August 23, 2007

 

199 - Los elefantes de combate

En este texto se señala la dificultad que tenía el general de la familia de los Escipión, que se enfrentó a César en África, de domar y poder manejar a sus elefantes de combate. Es parte del capítulo 27 de la “Guerra de África”, de autor desconocido y recogido en los “Comentarios a la guerra civil” de Julio César:





XXVII. Escipión entre tanto amaestraba a los elefantes de esta manera: formaba dos escuadrones, uno de honderos contra los elefantes, que estuviese como en lugar del ejército enemigo, y les disparase piedrecitas hacia su frente; ordenaba después la línea de los elefantes, y detrás de ellos el resto del ejército, para que cuando diesen los contrarios la descarga de piedras y los elefantes, amedrentados, quisiesen acogerse a los suyos, los hiciesen ésos volver con otra carga de piedras contra los enemigos.

Pero esto se hacía muy lentamente y con muchísimo trabajo, pues siendo duros de por sí los elefantes, y torpes, aun con muchos años de continuo ejercicio y disciplina, siempre se les saca a campaña igualmente expuestos a dañar al amigo que al enemigo.






Wednesday, August 22, 2007

 

198 - Estás demasiado ocupado para ser emperador

Warren Bennis en un artículo titulado “Las diferencias entre gestión y liderazgo” indica la importancia de saber escuchar a los subordinados:




En su alabanza de Pompeyo, Cicerón comentaba su disponibilidad no sólo para con sus subordinados, sino también para con los soldados rasos de su ejército.

Un historiador romano posterior recalcó aún más este hecho relatando una anécdota del emperador Adriano. Gobernante de la práctica totalidad del mundo civilizado, el emperador viajaba a Roma en su carroza cuando una anciana se interpuso en la calzada y le pidió que escuchara sus quejas. Adriano la apartó de su camino, alegando que estaba demasiado ocupado.

-Entonces estás demasiado ocupado para ser emperador, le respondió la anciana.

Ante esta respuesta, Adriano detuvo su carroza y escuchó lo que tenía que decirle.





Tuesday, August 21, 2007

 

197 - ¿Pero no somos amigos ya?





Ángel Mª García Dorronsoro escribe en “Tiempo para creer”, pp. 71-72, una anécdota que le sucedió:






Recuerdo una anécdota que se podría quizá titular “De cómo otra vez un niño me dio una lección” o, si queréis, “De cómo recuperé un amigo en un instante”.

Era al anochecer; iba yo de camino por una calle que se llama la calle Nueva y me encontré con unos amigos que iban con sus hijos. A uno de ellos yo le había bautizado hacía unos ocho años y no le había vuelto a ver porque había trasladado a otra ciudad mi domicilio. Me encontré con ellos por sorpresa y me dijeron los padres:

-Este chico es el que tú bautizaste.

Entonces yo le dije:

-¡Venga un abrazo ..!

Y el chico me dio una abrazo fuerte, potente, de estos que dan los niños que tienen gran corazón. Yo me quedé mirándole y le dije:

-Bueno, yo te bauticé, yo tengo sobre ti cierta responsabilidad...

Esto es difícil de contar, porque, claro, tendría que estar aquí el niño. Es una de esas escenas que uno lamenta no haber tenido alguien cerca para que la hubiera podido filmar, porque lo conmovedor fue la expresión del chiquillo.

Le dije yo:

-Yo te bauticé, yo tengo sobre ti cierta responsabilidad; tendremos que ser muy amigos ...

Y el chico puso una cara de decepción y me dijo:

-¿Pero no somos amigos ya?

Después he dado vueltas a esta respuesta del chico.






Monday, August 20, 2007

 

196 - ¿Qué sentirán los creyentes?

La relación de Napoleón con la religión y su acercamiento a la religión católica y su arrepentimiento final, se narran en la biografía íntima que ha escrito Vincent Cronin, pp. 242-243:





Napoleón había perdido su fe católica en Brienne. Creía firmemente en Dios, pero consideraba que Cristo no era más que un hombre. De todos modos, conservó una acentuada adhesión sentimental al catolicismo. Lo conmovía el sonido de las campanas de las iglesias. A veces, su madre, recordaba las luces, el canto y el incienso durante la Misa Solemne en Ajaccio, y Napoleón reconocía que se sentía conmovido.

-Si yo siento eso –preguntó-, ¿qué sentirán los creyentes?

Por ejemplo, su propia madre, que creía tan profundamente, y una persona a quien Napoleón amaba y admiraba.








(p. 497): “La madre y los hermanos de Napoleón reaccionaban ante la perspectiva de la muerte con un súbito despliegue de rezos, confesiones y ritos religiosos. Pero durante los últimos días Napoleón continuó ajustándose al esquema general de su vida. Creía en Dios y en la vida ultraterrena; no sabía si Cristo era Dios, pero tampoco tenía pruebas de que no lo fuera; por lo tanto, en las circunstancias dadas jugó el juego ateniéndose a las reglas. Con el mismo espíritu concreto con que redactó su testamento, llamó al sacerdote más joven, llamado Vignali –la mala salud había obligado a partir a su colega más anciano- y le pidió que antes de morir le diese la Sagrada Comunión y la Extremaunción. “Levantará un altar en la habitación contigua, presentará el Santo Sacramento y rezará las plegarias por los moribundos. Nací en la religión católica; deseo cumplir los deberes que ella impone y recibir la ayuda que ella otorga”.


(p. 499): “El 3 de mayo los médicos comprendieron que su paciente no viviría mucho más. Era imposible que recibiese la Sagrada Comunión –apenas podía tragar líquidos-, pero el abad Vignal administró al extremaunción, y ungió con óleo los párpados, los oídos, las fosas nasales, la boca, las manos y los pies pálidos, para conseguir el perdón de los pecados cometidos con cada uno de los cinco sentidos, y recitó la plegaria secular: “Libera, Señor, el alma de tu servidor, como liberaste a Moisés de las manos del faraón, rey de los egipcios; libera, Señor, el alma de tu servidor, como liberaste a san Pedro y san Pablo de la cárcel”.








Sunday, August 19, 2007

 

195 - Atemoriza el ánimo más templado

Tomás Moro describe en su libro “Utopía”, una isla que es un estado, una república, su organización, miembros, etc... cómo sería la sociedad pero en un estado puramente natural, sin conocer nada del cristianismo y de la revelación cristiana.

Del culto a Dios, escribe lo siguiente (2ª parte, capítulo IX):




Al entrar en el templo el sacerdote, revestido de los ornamentos indicados, se arrodilla con todos los fieles devotamente en medio de un silencio tan intenso que la contemplación de la escena atemoriza el ánimo más templado, como si acabara de presentarse de repente alguna divinidad.

Después que todos han permanecido recogidos, se alzan todos a una señal del sacerdote, entonando ardientes alabanzas al Señor, mezclando sus voces con las de los instrumentos, que son en general de otra construcción que los que vemos en nuestro mundo, y aunque la mayoría tienen un sonido tan dulce como los nuestros, algunos de éstos no pueden ni siquiera comparárseles.







Saturday, August 18, 2007

 

194 - Parecía un sueño

José Ramón Ayllón en su libro “La buena vida”, pp. 121-121 reflexiona sobre las dificultades:




A veces las dificultades existen más en nuestra cabeza que en la realidad, y las imaginamos insalvables.

Antes de volar por encima de la velocidad del sonido, bastantes científicos aseguraban que esa barrera era infranqueable. Otros decían que cuando el avión alcanzara el Mach1, sufriría tal impacto en su fuselaje que reventaría.

Hasta que el 14 de octubre de 1947, el piloto Chuck Yeager rompió la barrera del sonido y descubrió la verdad.

En su biografía anotó:

-¡Parecía un sueño! Me encontraba volando a una velocidad supersónica y aquello iba tan suave que mi abuela hubiera podido ir sentada detrás tomándose una limonada. Fue entonces cuando comprendí que la verdadera barrera no estaba en el sonido, ni en el cielo, sino en nuestra cabeza, en nuestro desconocimiento.






Friday, August 17, 2007

 

193 - Es que no somos dos, somos tres

Juan Antonio Vallejo-Nágera hizo un viaje a Filipinas: allí visita una tribu de las montañas, que se llaman los igorrotes, cortadores de cabezas, y a dos misioneros belgas que viven con ellos. Lo narra en “Vallejo y yo”, p. 128:





Fue entonces, cuando a uno se le escapó en tono de amarga melancolía:

-Bonito de lejos .. y lejos de ser bonito.

Quedó incómodo el sacerdote con su desahogo. Explicó que llevaban siete años en el poblado, sin haber logrado ni una sola conversión al catolicismo.

-Son una gente intachable. Cumplen estrictamente sus normas religiosas y sociales; no aceptan otras. Detestan a lo extraños. A nosotros nos toleran, sólo eso. Se acostumbraron a que vivamos aquí. Apenas conseguimos otra relación que algún encargo cuando viajamos al mercado de Baguío.

-¡Siete años!

-¿Cómo siguen aquí, siete años, en vez de intentar en otro lugar más receptivo?

-El obispo nos aconseja seguir.

Miré su rostro. Eran dos hombres próximos a los cuarenta años, de facciones finas y expresión inteligente. Uno me contó que casi había terminado la carrera de medicina antes de iniciar la nueva vocación. Pensé en sus estudios, su nivel cultural. Sabían al menos cuatro idiomas: francés, inglés, latín, igorrote ... Todo malgastado en aquel rincón del mundo; en un disparate aparente, enterrados en soledad y fracasos. Casi inconscientemente repetí en voz alta lo que pensaba:

-¿Cómo es posible que el obispo sea tan rígido, y que ustedes aguanten estar aquí solos los dos?

Sonrió el misionero y contestó en voz baja, como si fuese una confidencia:

-Es que no somos dos, somos tres, porque aquí está también Jesucristo.






Thursday, August 16, 2007

 

192 - No admitimos judíos en este lugar

Ronald Reagan narra en sus memorias “Una vida americana”, p. 32, lo que le sucedió a su padre (que era católico) en un viaje:




Una vez mi padre se registró en un hotel, durante un viaje vendiendo zapatos, y un empleado le dijo:

-Le gustará esto, Mr. Reagan. No admitimos judíos en este lugar.

Mi padre, que nos contó la anécdota más tarde, dijo que había mirado al empleado furioso, había recogido sus maletas y se había ido.

-Soy católico –le contestó-. Si han llegado al punto de no admitir judíos, entonces algún día tampoco me admitirán a mí.

Como era el único hotel en el pueblo, tuvo que pasar la noche en su coche bajo una ventisca infernal y creo que esto pudo haberle llevado a su primer ataque al corazón.

Esta anécdota muestra de modo práctico y al alcance de todo el mundo, lo que es luchar contra las injusticias, no siendo cómplice de ellas: en el caso de esta anécdota la injusticia de la segregación racial que existía en los Estados Unidos.







Wednesday, August 15, 2007

 

191 - Moro es amante de la justicia

Andrés Vázquez de Prada en su libro “Sir Tomás Moro”, p. 173, recoge un testimonio del embajador veneciano en Londres de la fama que Moro tenía de hombre justo:




Pronto llegaría a ser conocido por su inquebrantable rectitud y su extremada discreción.

El embajador veneciano Sebastián Giustiniani, entre otros, deja consignadas esas virtudes en los despachos oficiales de 1518, con ocasión del nombramiento de Pace y Moro para negociar unos asuntos de importación de vinos italianos.

Como íntimo amigo de nuestro consejero, Giustiniani se felicitaba por la elección, dando por resuelto el problema:

-Porque Pace –escribía al Dogo- es hombre amante de Vuestra Señoría, y Moro lo es de la Justicia.





Tuesday, August 14, 2007

 

190 - Hace falta ser escocés para tocarla

Ángel Mª García Dorronsoro en “Tiempo para creer”, pp. 65-66 escribe sobre una noticia que leyó hace mucho tiempo:




Por lo visto –según leí en un periódico hace muchos años- hay en Londres una escuela de gaiteros que de vez en cuando ofrecen algún concierto.

En cierta ocasión estuvo escuchando las melodías de estos gaiteros de la escuela un hombre que quedó entusiasmado. Al terminar se acercó y, dirigiéndose a uno de los músicos, le dijo:

-Esta melodía me ha producido un gran gozo y me gustaría que usted me la transcribiese.

Y parece que el escocés le contestó:

-Señor, esta música es imposible de transcribir a un pentagrama: hace falta ser escocés para tocarla.







Monday, August 13, 2007

 

189 - Sería príncipe

Vincent Cronin relata en su biografía íntima de Napoleón Bonaparte, p. 251, un encuentro de éste con un obispo, poco partidario del emperador:



En Gand, monseñor de Broglie se negó a permitir que se leyese desde el púlpito una circular acerca de la conscripción, y cuando se lo invitó a celebrar el nacimiento inminente del hijo de Napoleón, se limitó a rogar por que el buen Dios indujese a Napoleón “a corregir los defectos de su carácter”.

Cuando Napoleón reaccionó irritado diciendo:

-¡Lo designé obispo! ¡Lo convertí en mi limosnero! Sin mí, ¿qué sería usted?

Broglie, que tenía sangre real en sus venas, se irguió:

-Sire, sería príncipe.





Sunday, August 12, 2007

 

188 - Cuando son corteses

A Napoleón la espontaneidad le llevaba en algunas ocasiones a faltas de cortesía. Vincent Cronin, "Napoleón Bonaparte" (una biografía íntima), p. 321:



Napoleón invitaba a su corte a la antigua nobleza, pero a menudo se manifestaba cierta frialdad entre él y ellos. Cuando la duquesa de Fleury regresó a Francia al amparo de la amnistía, Napoleón, que sabía que era una mujer de vida tempestuosa, le preguntó con cierta brusquedad:


-Bien madame, ¿todavía sois cariñosa con los hombres?

A lo que ella respondió:

-Sí, Sire, cuando son corteses.

Otra vez madame de Chevreuse llegó a las Tullerías cargada de diamantes.

-¡Qué espléndido conjunto de joyas! –dijo Napoleón; y después preguntó ingenuamente-:

-¿Son todas auténticas?

-Cielos, Sire, realmente no lo sé. Pero de todos modos son lo bastante buenas para usarlas aquí.





Saturday, August 11, 2007

 

187 - No podemos concentrarnos

Vincent Cronin en su biografía íntima de Napoleón Bonaparte, p. 211 explica cómo Napoleón comía deprisa y moderadamente (hacia 1799-1800).

Solía decir: “Para comer deprisa, hágalo conmigo. Para comer bien, visite al segundo cónsul (Cambacérès), y para comer mal, al tercero (Lebrun)”.



Los parisienses bromeaban acerca de la sencilla mesa de Napoleón, y la comparaban con la de Cambacérès.

El segundo cónsul ofrecía cenas que duraban dos horas, y en las cuales se servía paté con trufas, soufflé de vainilla y perdices horneadas de un lado, y asadas del otro.

Eran episodios serios para los gourmets, y por lo tanto los comensales mantenían silencio.

Cierto día un invitado se distrajo de tal modo que inició una conversación:

-¡Ssh! –dijo Cambacérès con gesto severo, mientras se servía más paté-, no podemos concentrarnos.






Friday, August 10, 2007

 

186 - Dígale que no estoy en casa

En 1799 Napoleón Bonaparte colaboró con Siéyès para cambiar la Constitución francesa. Vincent Cronin en su biografía íntima de Napoleón Bonaparte, pp. 191-192:



Napoleón no tenía influencia suficiente para promover ese cambio. Sin embargo, por entonces se le acercó Joseph Siéyès, el director recientemente designado. Autor del panfleto “¿Qué es el Tercer Estado?”, que contribuyó a desencadenar la revolución. Siéyès tenía ya cincuenta y un años y era el orador más destacado en la defensa de los principios liberales.

Vivía solo en su apartamento de soltero de un tercer piso con el perfil de cera de su héroe Voltaire. Era un hombre delgado, de cabeza alargada y calva, nariz larga y puntiaguda y voz débil: padecía hernia y venas varicosas. Pero no carecía de coraje.

Cierta vez, un sacerdote descontento llamado Poule entró en las habitaciones de Sieyès y lo hirió en la muñeca y el estómago. Siéyès se limitó a decir tranquilamente a su portera:

-Si cierto monsieur Poule vuelve a visitarme, dígale que no estoy en casa.








Thursday, August 09, 2007

 

185 - Qué frío hace afuera

Mijail Sholojov en “El Don apacible”, p. 158, refiriéndose a la estepa rusa de los cosacos:



En cierta ocasión, una partida de gitanos pasaba la noche en la estepa; no tenían con qué taparse; entonces, uno de ellos se envolvió en una red de pescar; en medio de la noche sintió tal frío que hubo de despertarse.

Pasó el dedo a través de una malla de la red y dijo a su madre:

-¡Ay, madre, qué frío hace afuera...!







Wednesday, August 08, 2007

 

184 - Cuando no trabajan es por la mañana

Fernando Díaz-Plaja en “El español y los siete pecados capitales”, pp. 260-261:



Se cuenta en Madrid la misma anécdota de varios Ministerios: un señor es detenido en la puerta del centro oficial cuando intentaba subir.

-¿A dónde va usted? –le pregunta el portero; no hay nadie arriba.

-¡Ah! –se asombra el señor; por la tarde ¿no trabajan?

-Cuando no trabajan es por la mañana. Por la tarde es que no vienen.




Tuesday, August 07, 2007

 

183 - Cuánta gente me conoce y me saluda

Agustín Filgueiras narra en un folleto la siguiente anécdota:



Un sacerdote sacó el carnet de conducir, después de varios intentos, cuando ya tenía casi setenta años. Conducía fatalmente. Le tocaban el claxon los que iban detrás, los que venían de frente y hasta los que salían por los lados.

Y él, optimista hasta la médula, comentaba con el valiente y arriesgado compañero de viaje:

-¡Hay que ver cuánta gente me conoce y me saluda!

-¡Pero yo, cuando voy conduciendo, no saludo a nadie!





Monday, August 06, 2007

 

182 - ¡Qué será de este mundo con esta juventud!

Del blog de Torre 2:



Cuando aquella tarde llegó a la vieja estación le informaron que el tren en el que ella iba a viajar se retrasaría aproximadamente una hora. La elegante señora, un poco fastidiada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua para pasar el tiempo. Buscó un banco en el andén central y se sentó preparada para la espera.

Mientras hojeaba su revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario. Imprevistamente, la señora observó como aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas, lo abría y comenzaba a comerlas, una a una, despreocupadamente.

La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situación o hacer como si nada hubiera pasado; así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los ojos.

Como respuesta, el joven tomó otra galleta y mirándola la puso en su boca y sonrió. La señora ya enojada, tomó una nueva galleta y, con ostensibles señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho.

El dialogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.

Finalmente, la señora se dio cuenta de que en el paquete sólo quedaba la última galleta. "No podrá ser tan descarado", pensó mientras miraba alternativamente al joven y al paquete de galletas. Con calma el joven alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha suavidad, la partió en dos y ofreció la mitad de la última galleta a su compañera de banco. "¡Gracias!", dijo la mujer tomando con rudeza aquella mitad. "De nada", contestó el joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad.

Entonces el tren anunció su partida... La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón. Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en el anden y pensó: "¡Qué insolente, qué mal educado, qué será de este mundo con esta juventud!".

Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella situación le había provocado. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó totalmente sorprendida cuando encontró, dentro de su cartera, su paquete de galletas intacto.





Sunday, August 05, 2007

 

181 - El mito de Sísifo

Un relato mitológico:



Cuenta la narración mitológica que Sísifo era el rey y fundador de la ciudad de Corinto, en la que desarrolló la navegación y el comercio. Este rey se distinguió por su astucia y habilidad, así como por sus robos y crueldades, que le hacían muy temible.

Después de ser muerto por Teseo, fue condenado por sus maldades al infierno, donde lo castigaron a subir una enorme piedra desde la base de una montaña hasta su cima, pero a no ver jamás terminada su labor, pues al llegar la piedra a lo alto volvía a caer al fondo.

Por eso se le ha hecho símbolo de los trabajos y afanes reiterados condenados de antemano al fracaso y de la inutilidad del trabajo hecho sin sentido.






Saturday, August 04, 2007

 

180 - ¿Me dejarás entrar cuando llegue?

De un escrito hallado en el cadáver de un soldado soviético:



“Me oyes, Dios mío?
Nunca jamás he hablado contigo, pero hoy quiero saludarte:
Tú sabes que desde mi infancia me han dicho que Tú no existías, y yo fui tan bruto que me lo creí;
Nunca me había dado cuenta de la hermosura de tu creación.
Hoy de repente, al ver las profundidades del firmamento, se me han abierto los ojos. Maravillado comprendí su luz.
¿Cómo he podido vivir tan cruelmente engañado?
No voy a decirte nada más, tan sólo que me alegra conocerte.
A medianoche atacaremos, pero ya no tengo miedo: Tú nos miras.
¡Escucha! Es la señal. ¿Qué puedo hacer? ¡Estaba tan bien contigo!
Quiero decirte una cosa más: Tú sabes que el combate va a ser duro.
Quizás esta noche llame a tu puerta.
Aunque no haya sido tu amigo:
¿Me dejarás entrar cuando llegue?".





Friday, August 03, 2007

 

179 - Lo que inventa para defenderme

Comienzo de un artículo de Ramón Múgica en "Deia" (16.V.2001):



(El caso del hombre que compareció ante el magistrado).

Éste le preguntó:

-¿Robó usted las mercancías?

-Sí.

-¿Se las llevó a casa?

-Sí.

-¿Vendió usted las mercancías?

-Sí.

-¿Desea decirme alguna otra cosa?

-Sí. Quiero un abogado.

-¿Y para qué necesita un abogado si usted mismo ha reconocido su culpabilidad?

-Bueno, siento curiosidad por ver lo que inventa para defenderme.






Thursday, August 02, 2007

 

178 - Teresa, así trato Yo a mis amigos

Marcelle Auclair en su "Vida de Santa Teresa de Jesús", p. 308:




Cuando la comitiva llegó a orillas del río se divisaba una inmensa extensión de agua bajo la cual apenas se divisaban los puentes; eran tan estrechos que a la menor desviación o empuje de la corriente, carros, mulas, hermanos, hermanas, criados y Fundadora rodarían hacia el torrente. Pero, ¿no era menester “vivir sin temor de nada, ni de la muerte ni de los acontecimientos de la vida?". Las descalzas, empero, pedían la absolución a los descalzos y la bendición a su Madre. Ella se la dio alegremente.

-¡Ea, mis hijas! ¿Qué más bien queréis que ser aquí mártires por amor de Nuestro Señor?

Su carro se aventuró el primero y ella obligó a sus compañeros y compañeras a que le prometiesen volver a la posada en caso de que se ahogase.

Dios le dijo: ¿Cuándo yo te he faltado? Y no le faltó en medio de los peligros.

Los que estaban en la ribera vieron su carruaje menearse y quedar como colgado sobre la torrentera: la Madre saltó, con el agua hasta las rodillas, pero estaba poco ágil y se lastimó. Como siempre, su lamento fue una invocación a Dios y se quejó:

-Señor entre tantos daños y me viene esto.

La Voz le respondió:

-Teresa, así trato Yo a mis amigos.

-¡Ah, Señor!, por eso tenéis tan pocos.

En momentos de reflexión hubiese dicho lo que le inspiró el cautiverio del padre Juan de la Cruz: “Terriblemente trata Dios a sus amigos: a la verdad no les hace agravio, pues se hubo así con su Hijo”. La idea era la misma y el Señor, que había dado ingenio tan despierto a su hija, no se había de enfadar por tan ligera variante. La sacó del apuro: su carro y los demás en los que siete carmelitas rezaban el Credo a voz en cuello llegaron a la otra orilla sin daño, aunque no sin miedo.




Wednesday, August 01, 2007

 

177 - No me lo distraiga

Fernando Díaz-Plaja cuenta en su libro "El español y los siete pecados capitales", pp. 51-52:



De esta manera de pensar nace la historieta que me contaron en Madrid y que creo imposible en otros países.

Un señor elegante coincide ante el Cristo de Medinaceli -venerada imagen- con un pobre hombre mal vestido y con cara de hambre. Ambos están visiblemente preocupados, obsesionados por sus necesidades y, sin darse cuenta, rezan en voz alta.

El rico implora el auxilio del Señor para que el banco le garantice los cinco millones que necesita para apuntalar un asunto en el que ve grandes provechos posibles.

El pobre hombre pide, con la misma confianza y fe, quinientas pesetas, que le permitan pagar al casero y que no le echen de la casa donde vive. Las oraciones se tropiezan en el aire, ambos están con los ojos fijos en la imagen.

-Señor, a tí no te cuesta nada .. que me garanticen esos millones.

-Esas pesetas, Señor, para que no me encuentre en la calle.

-Toda mi vida comercial depende de esto, Señor, no me hagas caer en la bancarrota. ..

-Señor, el frío es intenso, no permitas que me echen de casa. Concédeme ese dinero ....

-Señor, cinco millones...

-Señor, quinientas pesetas ...

Ya casi están ambos gritando. De pronto el elegante se detiene en sus rezos, abre apresuradamente la cartera y saca un billete de quinientas pesetas.

-¡Tome -le dice al otro-, no me lo distraiga!



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