Saturday, March 31, 2007
72 - Todo en ella me desagrada en gran manera
Por eso, no queriendo ceder a la antipatía natural que experimentaba, me dije a mí misma que la caridad no debía consistir en los sentimientos, sino en las obras. Entonces, me apliqué a portarme con dicha hermana como lo hubiera hecho con la persona a la que más quiero. Cada vez que me la encontraba, pedía por ella a Dios, ofreciéndole todas sus virtudes y todos sus méritos.
Me daba perfecta cuenta de que esto agradaba a Jesús, pues no hay artista a quien no le guste recibir alabanzas por sus obras. Y a Jesús, el Artista de las almas, le complace que en lugar de detenernos en lo exterior, penetremos en el santuario íntimo que él se ha escogido por morada, y admiremos su belleza.
No me contentaba con rogar mucho por la hermana que era para mí motivo de tantas luchas interiores, sino que procuraba también prestarle todos los servicios posibles: y cuando sentía la tentación de contestarle de manera desagradable, me limitaba a dirigirle la más encantadora de mis sonrisas, procurando cambiar de conversación, pues se dice en la Imitación: “Es mejor dejar a cada uno con su idea que detenerse a contestar” (Kempis III, 44, 1).
Muchas veces también, cuando en las relaciones de oficio que tenía que mantener con esta hermana fuera de la recreación (quiero decir durante las horas de trabajo) los combates eran demasiado violentos, yo huía como un desertor. Ella, ignorando en absoluto mis sentimientos hacia su persona, nunca ha llegado a sospechar los motivos de mi conducta, y ésta es la hora en que está persuadida de que su carácter me resulta agradable.
Un día, en la recreación, me dijo, toda contenta, estas o parecidas palabras:
-¿Quisierais decirme, sor Teresa del Niño Jesús, qué es lo que tanto os atrae en mí? Cada vez que me miráis, veo que sonreís.
-Ah! El que me atraía era Jesús, escondido en el fondo de su alma ...,, Jesús que hace dulce lo que hay de más amargo. Le contesté que sonreía porque me alegraba verla (sin añadir, bien entendido, que era bajo un punto de vista espiritual).