Saturday, April 07, 2007
79 - Sabes que tú también tienes razón
José Eulogio López en su libro "Por qué soy cristiano (y, sin embargo, periodista)", pp. 74-5:
Si observamos el interior del hombre del siglo XX encontraremos contradicciones flagrantes. En palabras de Clive Lewis: “El hombre de hoy se ha acostumbrado a vivir teniendo en su cabeza quince filosofías distintas”. Quince cosmovisiones, a menudo, contradictorias entre si.
Si observamos el interior del hombre del siglo XX encontraremos contradicciones flagrantes. En palabras de Clive Lewis: “El hombre de hoy se ha acostumbrado a vivir teniendo en su cabeza quince filosofías distintas”. Quince cosmovisiones, a menudo, contradictorias entre si.
Esto nos lleva a un segundo factor mucho más importante y trágico. El hombre actual no une la teoría con la práctica. Hace unos siglos una persona era capaz de captar una serie de razonamientos a través de la lectura de un libro o de la conversación con alguien más culto que él. Hoy en día, nos encontramos con tal cantidad de información que somos incapaz de separar la paja del grano para obtener una jerarquía de valores. Y no por carencia, sino por exceso de información. En este sentido, tenemos demasiada información, demasiada cultura, una forma condenadamente oculta de tener poca sabiduría. Y, lo que es más importante, la saturación informativa es el camino más recto hacia la incoherencia entre lo que se piensa y se vive.
(...) No sé si recuerdan ustedes una escena de la película “El violinista en el tejado”.
El protagonista escucha la afirmación de uno de sus compañeros del gueto judío y responde:
-Tienes razón.
Un segundo le contradice, y nuestro hombre vuelve a asentir.
Un tercero le advierte:
-No, o tiene razón uno o la tiene el otro.
La salida de nuestro simpático protagonista es sintomática:
-Pues sabes que tú también tienes razón.
Sinceramente, no he visto nunca una mejor definición del hombre moderno.
(...) El hombre moderno tiene unas tragaderas impresionantes. Es capaz de aceptar una teoría que rechazó hace una semana y volverla a aceptar mañana (...). Acaba generando un hombre aturdido, y cuanto más culto más aturdido.