Tuesday, April 10, 2007

 

82 - El triunfo de la paciencia

Claudio Sánchez-Albornoz en su libro "Lecturas históricas españolas", p. 28, transcribe un párrafo de Plutarco sobre Quinto Sertorio:




Abrazaban el partido de Sertorio todos los de la parte acá del Ebro: con lo cual en el número era poderoso, porque de todas partes acudían y se le presentaban gentes; pero mortificado con el desorden y la temeridad de aquella turba, que clamaba por venir a las manos con los enemigos, sin poder sufrir la dilación, trató de calmarla y sosegarla por medio de la reflexión y el discurso.

Mas cuando vio que no cedían, sino que insistían tenazmente, no hizo por entonces caso de ellos, y los dejó que fueran a estrellarse con los enemigos, con la esperanza de que no siendo del todo deshechos, sino hasta cierto punto escarmentados, con esto los tendría en adelante más sujetos y obedientes. Sucedió lo que pensaba; y marchando entonces en su socorro, los sostuvo en la fuga y los restituyó con seguridad al campamento.

Queriendo luego curarlos del desaliento, los convocó a todos al cabo de pocos días a junta general, en la que hizo presentar dos caballos: el uno sumamente flaco y viejo, y el otro fuerte y lozano, con una cola muy hermosa y muy poblada de cerdas. Al lado del flaco se puso un hombre robusto y de mucha fuerza, y al lado del lozano, otro hombre pequeño y de figura despreciable.

A cierta señal, el hombre robusto tiró con entrambas manos de la cola del caballo como para arrancarla; y el otro pequeño, una a una, fue arrancando las cerdas del caballo brioso.

Como al cabo de tiempo el uno se hubiese afanado mucho en vano y hubiese sido ocasión de risa a los espectadores, teniendo que darse por vencido, mientras que el otro mostró limpia la cola de cerdas en breve tiempo y sin trabajo, levantándose Sertorio:"Ved ahí, les dijo, ¡oh camaradas!, cómo la paciencia puede más que la fuerza, y cómo cosas que no pueden acabarse juntas, ceden y se acaban poco a poco; porque nada resiste a la continuación, con la que el tiempo en su curso destruye y consume todo poder, siendo un excelente auxiliador de los que saben aprovechar la ocasión que les presenta e irreconciliable enemigo de los que fuera de razón se precipitan".

Inculcando continuamente Sertorio a los bárbaros estas exhortaciones, los alentaba y disponía para esperar la oportunidad.









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