Wednesday, June 27, 2007
137 - Pega, pero escucha
Según cuenta Plutarco en sus “Vidas paralelas”:
En la segunda guerra médica Jerjes I llegó a la misma Atenas, la ocupó y la quemó, pero la ciudad estaba vacía. Todos los atenienses se habían refugiado en las islas vecinas y los barcos griegos esperaban cerca de Salamina.
En la segunda guerra médica Jerjes I llegó a la misma Atenas, la ocupó y la quemó, pero la ciudad estaba vacía. Todos los atenienses se habían refugiado en las islas vecinas y los barcos griegos esperaban cerca de Salamina.
Aunque la flota era mayoritariamente ateniense, la flota espartana al mando de Euribíades quería marcharse al istmo de Corinto, pues sólo le interesaba defender Esparta. Su intención era dirigirse hacia el sur para proteger el Peloponeso.
Temístocles se opuso con tanta insistencia que en un momento dado en la discusión con Euribíades, éste perdió los estribos y levantó su bastón con ademán de golpearle. Temístocles gritó:
- ¡Pega, pero escucha!
El general escuchó los argumentos del ateniense y sus amenazas de embarcar a todos los suyos y marcharse a Italia. Los espartanos no podrían resistir mucho tiempo ellos solos sin una flota. Euribíades aceptó quedarse y hacer frente a los persas. En Salamina, Temístocles consiguió vencer a la armada persa, mayor en número, gracias a que ésta se vio incapaz de maniobrar en las estrecheces de Salamina, tal como Temístocles había previsto.
En el estrecho espacio de agua no cabía más que una pequeña parte de las naves persas, y los trirremes griegos eran mucho más ágiles. Fingían embestir a los persas, pero en el último momento giraban y, rozando el barco enemigo, le arrancaban los remos, con lo que lo dejaban indefensos. En la batalla de Salamina la flota persa fue completamente destruida.