Monday, July 09, 2007
161 - No permita Dios que el rey haga semejantes clemencias a mis amigos
Andrés Vázquez de Prada narra en su libro “Sir Tomás Moro”, p. 359 y 366-7:
El Canciller, Lord Audley, pronunció la sentencia de Moro: “El reo había de volver a la Torre y de allí ser arrastrado por la City de Londres camino directo de las horcas de Tyburn, para ser colgado de ellas y caer a tierra con vida. Todavía en vivo, se le arrancarían las entrañas del vientre para ser quemadas. Se le descabezaría y se descuartizaría el cuerpo, y la cabeza y las cuatro partes se pondrían donde el rey quisiere señalar”.
El rey, por clemencia, conmutó la terrible e inhumana sentencia en una simple decapitación. El cuerpo de Moro no sería ahorcado, ni desentrañado, ni troceado.
Cuando se lo comunicaron al sentenciado, comentó con un suspiro de humor:
-No permita Dios que el rey haga semejantes clemencias a mis amigos.