Friday, July 20, 2007

 

169 - El viajero hacia el Polo Norte





Pedro Juan Viladrich cuenta una fábula en “Matrimonio y familia”, pág. 341:













Esta crisis de la familia me recuerda aquella tan sugestiva fábula del viaje al Polo Norte que contaba uno de mis primeros maestros universitarios. A través de un vasto paisaje helado, azotado por la ventisca, se desliza un trineo. Acerquémonos para observar con detalle la escena.

Su único ocupante viaja hacia el Polo Norte. De su rostro, cubierto de agujas de hielo, destacan los ojos febriles clavados con ansia en el horizonte. Corre el trineo con la prisa de quien llega tarde. No se distrae el viajero en su valioso equipaje, que es todo lo que posee. No permite que el tiro de perros se desvíe un ápice del septentrión, ni concede respiro a su esfuerzo, ni disminuye su velocidad. Todo en él es tensa voluntad de alcanzar pronto la meta. En llegar al Polo Norte ha puesto lo mejor de sus energías, la más entrañable de sus esperanzas, el sentido final de su destino.

Solamente de trecho en trecho, nuestro viajero se detiene un instante para comprobar si la dirección es correcta y cuánta es la distancia que todavía le separa del Norte. Y aquí la sorpresa. Los instrumentos le demuestran, sin lugar a dudas, que la dirección resulta exacta, pero la distancia del Norte es cada vez mayor. En vano verifica una vez y otra sus instrumentos; no están estropeados, no hay error en la medición, la dirección es buena, más la distancia no cesa de aumentar. Y nuestro viajero, entre el desaliento y la esperanza, fuerza siempre la velocidad, castiga sin piedad a sus perros y los lanza vertiginosamente entre la ventisca con la desesperación de quien huye. Todo es inútil, no obstante. En cada sucesiva medición, pese a la fidelidad de la medición, el Polo Norte se aleja más y más ..

¿Qué le ocurre al protagonista de tan dramático viaje? Para descubrirlo conviene alejarnos del detalle de la escena. Es preciso tomar perspectiva para dominar todo el contexto. Porque, hecho esto, es muy fácil advertir que aquel vasto paisaje helado, por cuyo interior viaja un diminuto trineo, no es más que un inmenso témpano de hielo, un colosal iceberg, que se desplaza hacia el Sur a mucha mayor velocidad que nuestro pobre viajero corre hacia el Norte. La meta del viaje y los ideales de su equipaje eran nobles. Su esfuerzo, admirable. Pero la base sobre la que se sustentaba toda la aventura era tan radicalmente errada que le conducía con fatalidad al polo opuesto”.










<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?