Sunday, July 22, 2007

 

171 - No habían recibido orden de retirarse

Vernon A. Walters en sus memorias “Misiones discretas”, p. 71:



Con incontenible empuje el Quinto Ejército avanzó hacia la Ciudad Eterna; en las últimas horas del 4 de junio, me detuve junto al hipódromo de Roma y al aeropuerto de Ciampino, mientras se vencía la última resistencia alemana.

Aquella noche las columnas de las divisiones 85 y 88 comenzaron a entrar en la ciudad. A primera hora de la mañana avancé con mi jeep por entre las filas de los soldados de infantería, penetrando en la gran plaza junto al Coliseo, junto a los Foros Imperiales, en la plaza donde Mussolini solía pronunciar sus discursos a las masas fascistas, ante la tumba del soldado desconocido, en la escalinata del monumento a Víctor Manuel.

Recuerdo haber visto un pequeño automóvil del Estado Mayor alemán ardiendo en la plaza. Alcé la vista al monumento. En aquel preciso momento en que la cuna de la civilización occidental pasaba de unas manos a otras, en un momento en que todo estaba en trance de cambiar, dos carabinieri, silenciosos e inmóviles, hacían guardia a uno y otro lado de la tumba del soldado desconocido.

No pude dejar de recordar aquella estampa que había contemplado de niño, en la que se veía a un legionario romano inmóvil en su puesto, mientras sobre él caían las ardientes cenizas de Vesubio. El legionario seguía allí, porque no había recibido orden de retirarse. Todo cambiaba, pero los carabinieri, fieles a sus tradiciones de disciplina y cumplimiento del deber, protegían aquel símbolo de su nación, en medio de la tremenda convulsión que se producía a su alrededor.










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