Friday, August 17, 2007

 

193 - Es que no somos dos, somos tres

Juan Antonio Vallejo-Nágera hizo un viaje a Filipinas: allí visita una tribu de las montañas, que se llaman los igorrotes, cortadores de cabezas, y a dos misioneros belgas que viven con ellos. Lo narra en “Vallejo y yo”, p. 128:





Fue entonces, cuando a uno se le escapó en tono de amarga melancolía:

-Bonito de lejos .. y lejos de ser bonito.

Quedó incómodo el sacerdote con su desahogo. Explicó que llevaban siete años en el poblado, sin haber logrado ni una sola conversión al catolicismo.

-Son una gente intachable. Cumplen estrictamente sus normas religiosas y sociales; no aceptan otras. Detestan a lo extraños. A nosotros nos toleran, sólo eso. Se acostumbraron a que vivamos aquí. Apenas conseguimos otra relación que algún encargo cuando viajamos al mercado de Baguío.

-¡Siete años!

-¿Cómo siguen aquí, siete años, en vez de intentar en otro lugar más receptivo?

-El obispo nos aconseja seguir.

Miré su rostro. Eran dos hombres próximos a los cuarenta años, de facciones finas y expresión inteligente. Uno me contó que casi había terminado la carrera de medicina antes de iniciar la nueva vocación. Pensé en sus estudios, su nivel cultural. Sabían al menos cuatro idiomas: francés, inglés, latín, igorrote ... Todo malgastado en aquel rincón del mundo; en un disparate aparente, enterrados en soledad y fracasos. Casi inconscientemente repetí en voz alta lo que pensaba:

-¿Cómo es posible que el obispo sea tan rígido, y que ustedes aguanten estar aquí solos los dos?

Sonrió el misionero y contestó en voz baja, como si fuese una confidencia:

-Es que no somos dos, somos tres, porque aquí está también Jesucristo.










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