Thursday, August 02, 2007

 

178 - Teresa, así trato Yo a mis amigos

Marcelle Auclair en su "Vida de Santa Teresa de Jesús", p. 308:




Cuando la comitiva llegó a orillas del río se divisaba una inmensa extensión de agua bajo la cual apenas se divisaban los puentes; eran tan estrechos que a la menor desviación o empuje de la corriente, carros, mulas, hermanos, hermanas, criados y Fundadora rodarían hacia el torrente. Pero, ¿no era menester “vivir sin temor de nada, ni de la muerte ni de los acontecimientos de la vida?". Las descalzas, empero, pedían la absolución a los descalzos y la bendición a su Madre. Ella se la dio alegremente.

-¡Ea, mis hijas! ¿Qué más bien queréis que ser aquí mártires por amor de Nuestro Señor?

Su carro se aventuró el primero y ella obligó a sus compañeros y compañeras a que le prometiesen volver a la posada en caso de que se ahogase.

Dios le dijo: ¿Cuándo yo te he faltado? Y no le faltó en medio de los peligros.

Los que estaban en la ribera vieron su carruaje menearse y quedar como colgado sobre la torrentera: la Madre saltó, con el agua hasta las rodillas, pero estaba poco ágil y se lastimó. Como siempre, su lamento fue una invocación a Dios y se quejó:

-Señor entre tantos daños y me viene esto.

La Voz le respondió:

-Teresa, así trato Yo a mis amigos.

-¡Ah, Señor!, por eso tenéis tan pocos.

En momentos de reflexión hubiese dicho lo que le inspiró el cautiverio del padre Juan de la Cruz: “Terriblemente trata Dios a sus amigos: a la verdad no les hace agravio, pues se hubo así con su Hijo”. La idea era la misma y el Señor, que había dado ingenio tan despierto a su hija, no se había de enfadar por tan ligera variante. La sacó del apuro: su carro y los demás en los que siete carmelitas rezaban el Credo a voz en cuello llegaron a la otra orilla sin daño, aunque no sin miedo.








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