Friday, September 07, 2007
212 - Después de la comida habría discursos
Ronald Reagan, en sus memorias “Una vida americana”, pp. 254-255, pensaba que el humor debía ser parte integrante de toda charla o discurso con el fin de ganarse la atención del público:
Mis años en el negocio del cine y la experiencia de haber hecho miles de discursos a lo largo de los años, probablemente me enseñaron algo sobre el compás y la cadencia y cómo llegar a la gente. He aquí mi fórmula: generalmente comienzo con un chiste o con una anécdota para captar la atención del público. Entonces les explico lo que acabo de decir.
Siempre he encontrado que el humor es una buena forma de atraer la atención de la gente y durante años, mentalmente, he estado recopilando citas y chistes para utilizarlos en mis discursos. En realidad he repetido tanto algunas de estas anécdotas para interesar al público que ya debería enterrarlas, como la siguiente, sobre un grupo de cristianos que iban a ser arrojados a los leones en el Coliseo, ante una multitud que se había reunido para ver la matanza.
Cuando los hambrientos leones salieron a la arena del Coliseo, uno de los cristianos se adelantó y les habló a los leones y de repente todas las fieras se echaron al suelo, sin atacar a los cristianos. La multitud se indignó y se puso furiosa, gritando que les habían hecho trampa.
Entonces el César romano envió a buscar al hombre que había hablado con los leones y le preguntó:
-¿Qué les dijiste para que actuaran así?
El cristiano contestó:
-Sólo les dije que después de la comida habría discursos.
Mis años en el negocio del cine y la experiencia de haber hecho miles de discursos a lo largo de los años, probablemente me enseñaron algo sobre el compás y la cadencia y cómo llegar a la gente. He aquí mi fórmula: generalmente comienzo con un chiste o con una anécdota para captar la atención del público. Entonces les explico lo que acabo de decir.
Siempre he encontrado que el humor es una buena forma de atraer la atención de la gente y durante años, mentalmente, he estado recopilando citas y chistes para utilizarlos en mis discursos. En realidad he repetido tanto algunas de estas anécdotas para interesar al público que ya debería enterrarlas, como la siguiente, sobre un grupo de cristianos que iban a ser arrojados a los leones en el Coliseo, ante una multitud que se había reunido para ver la matanza.
Cuando los hambrientos leones salieron a la arena del Coliseo, uno de los cristianos se adelantó y les habló a los leones y de repente todas las fieras se echaron al suelo, sin atacar a los cristianos. La multitud se indignó y se puso furiosa, gritando que les habían hecho trampa.
Entonces el César romano envió a buscar al hombre que había hablado con los leones y le preguntó:
-¿Qué les dijiste para que actuaran así?
El cristiano contestó:
-Sólo les dije que después de la comida habría discursos.