Tuesday, September 11, 2007
216 - ¿Serías tan amable de firmarme un autógrafo?
De una entrevista al humorista Antonio Fraguas “Forges” en la revista “Época”, 9.XI.1987:
No soy un señor bilioso. Ni “depre”. Ni colérico.
Mira, el otro día iba yo en mi coche. Una chaval me pegó una “pasada” supersónica con un “erre-cinco-negro”. Podía haberme raspado toda la carrocería. Frené en seco. Frenó él también. Salí con un papel y un boli en la mano, me encaré al chico:
-Por favor, ¿tú serías tan amable de firmarme un autógrafo..? En serio, es que me has dejado obnubil mental, con la pasada-turbo, ¡masho!
Se quedó un poco perplejo y me firmó el autógrafo, feliz. La gente, que se había parado a ver cómo nos liábamos a tortazos, se puso a aplaudir.
Bueno, eso es para mí funcionar con sentido del humor.
¿Qué se opone a ello? Te lo explico: el sentido del honor. Y eso se ve muy bien en los mendigos y en los que venden kleenex por los semáforos. Son pobres, piden limosna .., pero no son serviles. No se sienten inferiores al que va en coche. No están flagelados interiormente por el sentido del honor ... Le echan cara al asunto y hasta sonríen al mendigar. En el fondo, ellos saben, como lo sabemos tú y yo, que la cosa macroeconómica del PIB no funciona equitativamente; pero el que va en su coche y el que vende kleenex en el paso de cebra están convencidos de algo fundamental y reconfortante: unos y otros son iguales en su humana y dignísima condición: todos iguales ante Dios. Y ahí encuentro yo, y supongo que ellos también, la clave del humor.
No soy un señor bilioso. Ni “depre”. Ni colérico.
Mira, el otro día iba yo en mi coche. Una chaval me pegó una “pasada” supersónica con un “erre-cinco-negro”. Podía haberme raspado toda la carrocería. Frené en seco. Frenó él también. Salí con un papel y un boli en la mano, me encaré al chico:
-Por favor, ¿tú serías tan amable de firmarme un autógrafo..? En serio, es que me has dejado obnubil mental, con la pasada-turbo, ¡masho!
Se quedó un poco perplejo y me firmó el autógrafo, feliz. La gente, que se había parado a ver cómo nos liábamos a tortazos, se puso a aplaudir.
Bueno, eso es para mí funcionar con sentido del humor.
¿Qué se opone a ello? Te lo explico: el sentido del honor. Y eso se ve muy bien en los mendigos y en los que venden kleenex por los semáforos. Son pobres, piden limosna .., pero no son serviles. No se sienten inferiores al que va en coche. No están flagelados interiormente por el sentido del honor ... Le echan cara al asunto y hasta sonríen al mendigar. En el fondo, ellos saben, como lo sabemos tú y yo, que la cosa macroeconómica del PIB no funciona equitativamente; pero el que va en su coche y el que vende kleenex en el paso de cebra están convencidos de algo fundamental y reconfortante: unos y otros son iguales en su humana y dignísima condición: todos iguales ante Dios. Y ahí encuentro yo, y supongo que ellos también, la clave del humor.