Friday, October 05, 2007

 

239 - La disciplina se aplicaba a todos sin excepción



Adrian Goldsworthy en “Grandes generales del ejército romano. Campañas, estrategias y tácticas”, pp. 144-145, narra cómo Mario resolvió un caso que se presentó en su ejército:





Lo mismo que en África, los soldados deberían transportar y preparar sus propias raciones. Mario los trató sin miramientos, recompensando la buena conducta y castigando la mala con idéntica imparcialidad.

Tuvo lugar un incidente en el que se vio implicado un sobrino suyo, Caio Lusio, que servía de oficial del Ejército, quizá con el cargo de tribuno.

Este hombre trató repetidamente de seducir a uno de los soldados bajo su mando, pero sólo recibió un fuerte rechazo. Cuando, finalmente, convocó al legionario a su tienda y se abalanzó sobre él, este último, un tal Trebonio, desenvainó la espada y le mató.

Llevado a juicio por el asesinato de su oficial, el relato de Trebonio se vio apoyado por el testimonio de sus camaradas. Mario no sólo retiró los cargos, sino que concedió personalmente a Trebonio la “corona cívica” por haber defendido su honor de manera tan firme.

Polibio cuenta que las actividades homosexuales en el campamento eran castigadas con la muerte, y esa ley continuó en vigor cuando el ejército se profesionalizó. Aparte de una extendida y profunda repugnancia de romanos e italianos ante la homosexualidad –que, aunque nunca con carácter universal, era bastante más dura que la actitud que ante ella mostraban los helenos-, la razón principal subyacente a ese rigor la constituía el temor a que tales relaciones pudieran subvertir la jerarquía militar, como había ocurrido en ese caso; y lo más importante de esa forma de actuar es el hecho de que la condonación de un asesinato no sólo de un oficial, sino también de un pariente, ofrecía la evidente lección objetiva de que la disciplina se aplicaba a todos sin excepción (Plutarco y Polibio).











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