Tuesday, December 02, 2008

 

298 - No iba a ser capaz de comprenderme

Santa Teresa de Lisieux en su autobiografía “Historia de un alma”; cap. VIII:


Al año siguiente de mi profesión, es decir, dos meses antes de la muerte de la Madre Genoveva, recibí grandes gracias durante el retiro espiritual.

Ordinariamente, los retiros predicados me resultan todavía más penosos que los que hago sola. Pero aquel año no fue así.

(Este retiro fue dado del 8 al 15 de octubre de 1891 por el P. Alejo Prou (1844-1914), franciscano recoleto de Caén, por entonces superior de la casa de San Nazario (Saint-Nazaire).

Había hecho con mucho fervor una novena preparatoria, a pesar del presentimiento íntimo que tenía, pues me parecía que el predicador, dedicado más a los grandes pecadores que a las almas religiosas, no iba a ser capaz de comprenderme.

Dios, queriendo demostrarme que sólo él era el director de mi alma, se sirvió precisamente de este Padre, que solamente yo aprecié en la comunidad.

Sufría por entonces grandes inquietudes interiores de toda clase (hasta llegar a preguntarme a veces si existía un cielo). Estaba dispuesta a callar acerca de mi estado interior, por no saber cómo expresarme, pero apenas entré en el confesionario, sentí que mi alma se dilataba.

Después de haber pronunciado unas pocas palabras, fui comprendida de un modo maravilloso, y hasta adivinada. Mi alma era como un libro abierto donde el Padre leía mejor que yo misma.

Me lanzó a velas desplegadas por los mares de la confianza y del amor, que me atraían tan fuertemente, pero por los que no me atrevía a navegar. Me dijo que mis faltas no desagradaban a Dios, que como representante suyo, y en su nombre, me aseguraba que Dios estaba muy contento de mí.

¡Oh, qué dicha experimenté al escuchar estas consoladoras palabras! Nunca había oído decir que las faltas pudiesen no desagradar a Dios. Esta seguridad me colmó de alegría y me hizo soportar pacientemente el destierro de la vida.









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