Saturday, March 31, 2007
72 - Todo en ella me desagrada en gran manera
Por eso, no queriendo ceder a la antipatía natural que experimentaba, me dije a mí misma que la caridad no debía consistir en los sentimientos, sino en las obras. Entonces, me apliqué a portarme con dicha hermana como lo hubiera hecho con la persona a la que más quiero. Cada vez que me la encontraba, pedía por ella a Dios, ofreciéndole todas sus virtudes y todos sus méritos.
Me daba perfecta cuenta de que esto agradaba a Jesús, pues no hay artista a quien no le guste recibir alabanzas por sus obras. Y a Jesús, el Artista de las almas, le complace que en lugar de detenernos en lo exterior, penetremos en el santuario íntimo que él se ha escogido por morada, y admiremos su belleza.
No me contentaba con rogar mucho por la hermana que era para mí motivo de tantas luchas interiores, sino que procuraba también prestarle todos los servicios posibles: y cuando sentía la tentación de contestarle de manera desagradable, me limitaba a dirigirle la más encantadora de mis sonrisas, procurando cambiar de conversación, pues se dice en la Imitación: “Es mejor dejar a cada uno con su idea que detenerse a contestar” (Kempis III, 44, 1).
Muchas veces también, cuando en las relaciones de oficio que tenía que mantener con esta hermana fuera de la recreación (quiero decir durante las horas de trabajo) los combates eran demasiado violentos, yo huía como un desertor. Ella, ignorando en absoluto mis sentimientos hacia su persona, nunca ha llegado a sospechar los motivos de mi conducta, y ésta es la hora en que está persuadida de que su carácter me resulta agradable.
Un día, en la recreación, me dijo, toda contenta, estas o parecidas palabras:
-¿Quisierais decirme, sor Teresa del Niño Jesús, qué es lo que tanto os atrae en mí? Cada vez que me miráis, veo que sonreís.
-Ah! El que me atraía era Jesús, escondido en el fondo de su alma ...,, Jesús que hace dulce lo que hay de más amargo. Le contesté que sonreía porque me alegraba verla (sin añadir, bien entendido, que era bajo un punto de vista espiritual).
Friday, March 30, 2007
71 - No podréis quitarme el miedo que tengo
En todo tiempo y con distintos regímenes es costumbre despojar a los presos, cuando ingresan en las cárceles, de cuanto llevan encima, que después les devuelven al ser puestos en libertad. Pero excusado es imaginar los malos modos y la grosería con que cumplieron con este rito los encargados de la Modelo de Madrid, cuando ingresó en ella Pedro Muñoz Seca. Conocidos de muchos son las palabras que entonces pronunció, porque le brotaba la gracia hasta en los momentos más dramáticos:
-Podréis quitarme la cartera, podréis quitarme las monedas que llevo encima, podréis quitarme el reloj de mi muñeca y las llaves que llevo en el bolsillo, podréis quitarme hasta la vida; sólo hay una cosa que no podréis quitarme, por mucho empeño que pongáis: el miedo que tengo.
Thursday, March 29, 2007
70 - Lo que les sobrará a los demás
Cuentan que don Ramón Menéndez Pidal, famoso historiador español, se subió un día a un Citröen, "Dos caballos", y admirado de su simplicidad, comentó:
-Si este coche es capaz de andar, la cantidad de cosas que les sobran a los demás.
Pues lo mismo me ocurre a mi a la vista de la bulla que me rodea: podría decir, parafraseando al ilustre erudito: si en esta covachita es posible vivir a gusto y sacar adelante a una familia, la cantidad de cosas que nos sobran a los demás.
Wednesday, March 28, 2007
69 - Nunca hemos hecho un concilio
-Pero cuando Tardini murió -me contaba Felici-, todas las críticas empezaron a llegarme a mí. Y eso me obligaba a una doble tarea: trabajar y defenderme.
Juan XXIII trató siempre a Felici con comprensión y benevolencia. Un día, un padre conciliar protestó, muy molesto, por una determinada actuación de Felici. El Papa le respondió:
-Tenga usted paciencia. Piense que ni el Secretario general ni yo hemos hecho nunca un Concilio.
Tuesday, March 27, 2007
68 - Un cierto no hacer mal a nadie
Ángel Mª García Dorronsoro cuenta en su libro "Tiempo para creer", p. 130 lo siguiente:
Lo que ahora pensaba contaros es la reacción de una niña que estaba junto a su madre durante una visita. Recuerdo que la niña fue colocada en una silla y, mientras hablábamos, la pequeña se movía, se marchaba, iba y venía. Y su madre, llamándole al orden, le decía:
-Ven. Tienes que ser buena.
Y la niña se sentaba. Pasaba un instante y la niña empezaba otras vez, como es lógico, a moverse. Su madre, con un lenguaje confuso, le decía:
-Tienes que ser buena.
Y la niña otra vez se sentaba en la silla y se quedaba quieta. Hasta que hubo un momento en que, incansable en su capacidad de moverse de un sitio a otro de la habitación, exigió de su madre una especie de advertencia más grave. Y entonces la madre, dirigiéndose a la pequeña, le dijo:
-Tienes que ser buena, porque si no eres buena, no irás al cielo.
Y la niña se le quedó mirando, con una expresión como de susto, y le dijo:
-Y en el cielo, ¿también tendremos que ser buenos?
La niña iba interpretando, sin darse cuenta, que ser buena era lo mismo que estarse quieta. Ser buena significaba para ella inmovilidad, estarse quieta en una silla. Y nos resulta explicable su terror de imaginar una eternidad en la que ella tendría que estar sentada, en una silla pequeña y sin moverse, a sus cinco años.
Creo que fue para todos los que estábamos allí una buena lección, porque nos ayudó a reflexionar. Lo que a la niña se le decía que tendría que hacer para ser buena era estarse quieta, no moverse; como si la bondad fuese inmovilidad o como si fuese vacío. El presentimiento de la niña debía parecerse mucho más al infierno que al cielo, puesto que el cielo –que será la vida de amor para siempre, junto a Dios- es un despliegue constante de la vida del espíritu: un movimiento inacabable de amor y de entrega en Dios. Creo que a nosotros nos ha llegado también la hora de repasar nuestras palabras; puede suceder que nosotros mismos, de manera inconsciente, tengamos una idea deformada de la bondad, de lo que significa ser bueno. Que tengamos la impresión de que ser bueno significa también algo parecido a un cierto inmovilismo, a un cierto no hacer mal. Y Jesús en el santo Evangelio, nos muestra quién es el hombre bueno.
Monday, March 26, 2007
67 - ¿Para qué sirve el dinero?
Para saber algo sobre el dinero conviene preguntar a quienes lo han tratado mucho. Yo se lo pregunté una vez a don José María Aguirre Gonzalo, frente a las cámaras de televisión:
-¿Para que sirve el dinero don José María?
-Sólo para una cosa: para no tener preocupaciones de dinero –me respondió.
Quien tiene dinero puede tener, además, un cáncer, pero se sabe que eso también puede pasarle a quien no tiene dinero. Quiere decirse que el poderoso caballero no puede con todo y su gestión sólo afecta a uno de los lados del triángulo que según los horóscopos diseña la aproximativa felicidad humana: salud, dinero y amor.
Sunday, March 25, 2007
66 - ¿De la mañana o de la noche?
Cuando iba andando por el camino de las bicicletas que corre a lo largo del río, me salió un mendigo de unos matorrales, dándome un buen susto. Estaba tumbado, durmiendo entre los árboles, tenía alrededor botellas de cerveza vacías. Me preguntó:
-¿Qué hora es?
-Las diez menos cuarto.
-¿De la mañana o de la noche? (Morgens oder abends?).
Aquel hombre me estaba preguntando, porque no se aclaraba entre los vapores de la cerveza, si estaba amaneciendo o estaba oscureciendo.
-De la noche.
-Ah, muy bien. Entonces puedo seguir durmiendo.
Saturday, March 24, 2007
65 - Recordé la demostración de valor de aquella chica
Los hombres de la seguridad me aconsejaron que no bajase del coche y que diéramos la vuelta hasta la entrada posterior del edificio, lejos de los manifestantes. Pero yo no quería hacer eso. Les dije que caminaría hasta la puerta principal, como lo hubiera hecho normalmente.
Fue un largo camino, algo más de mil metros, hasta la entrada. A un lado había un montículo y al otro una elevación más pequeña. Ambos estaban atestados de manifestantes, desde la calle hasta la misma puerta del edificio y yo tenía que hacer solo una larga caminata entre una y otra.
Los revoltosos habían decidido hacer una manifestación silenciosa, sin un solo sonido, y todos se mantuvieron en silencio, contemplándome airadamente mientras pasaba. El silencio hacía su efecto y pronto empezó a parecerme que la caminata era muy larga y me sentí un poco incómodo. Casi había llegado al edificio, cuando una chica abandonó el grupo, descendiendo por el montículo, se dirigió rectamente hacia mí y pensé: Dios mío, ¿qué se les habrá ocurrido ahora? Al acercarme al lugar donde me estaba esperando, extendió su mano y yo se la cogí. Entonces su voz rompió el severo silencio, diciendo:
-Sólo quería decirle que me gusta todo lo que está usted haciendo como gobernador.
Jamás olvidaré el sonido de su voz, elevándose sobre el silencio de la gente. Yo iba a entrar en el edificio, ella iba a quedarse fuera con sus compañeros, entre una muchedumbre con la que había tenido el valor de discrepar.
En los años siguientes, cuando alguna vez tenía que tomar una decisión y el camino más fácil era estar de acuerdo con la mayoría, recordé la demostración de valor de aquella chica. Siempre me he sentido mal porque no traté de enterarme de su nombre para poder decirle lo mucho que significó para mí ese día.
Friday, March 23, 2007
64 - Si el infierno no existe, nada existe
Poco antes de venirme aquí, oí decir a un cura en la televisión que el infierno no existe. Yo estaba haciendo no sé qué y no presté mucha atención pero, un par de días después, en un importante periódico, leí la misma afirmación.
El infierno no existe, decía el artículo, corroborado por la tesis de un teólogo muy conocido. O, si existe, está vacío. Yo estaba sola en casa y me puse a recorrer las habitaciones, golpeando a diestro y siniestro con el periódico. “¡Canallas! ¡Mentirosos!”, gritaba. “Entonces, ¿Hitler, dónde está? ¿Y Stalin? ¿Tocan el arpa en el más alto de los cielos? ¿O peinan los tirabuzones de los querubines? Si el infierno está vacío, por lo menos quiero estar yo. ¡Estar allí en lo hondo, en paz, entre el calor de las llamas, completamente sola como en un gran hotel fuera de temporada!”.
Cuando me calmé, pensé, sí, están rebañando lo que queda en el plato. Nadie los escucha, nadie los sigue ya. Para ser populares han traspasado el último límite. Haced lo que os parezca, cualquier maldad, al final el banquete será democrático. Alegría, amor y eternidad para todos. Sentados juntos el médico misionero y el violador de niños. ¡Menudo festín!
Si el infierno no existe, nada existe. Y no sólo existe, sino que debe estar completamente separado de los espacios superiores. Debe haber alambradas y llamas y pináculos de vidrio astillado y compartimientos estancos y ausencia de atmósfera y presión y la poza de un agujero negro que se traga a todos los que intentan salir. Mi madre y mi padre jamás podrían estar contigo, ni siquiera deberían imaginar que existes todavía en algún lugar del universo. Por eso es necesario que, entre lo alto y lo bajo, se levanten todas esas barreras.
Thursday, March 22, 2007
63 - ¡Tú, con lo importante que eres!
“Pero tú, con lo importante que eres, ¿tienes que obedecer a Dios? ¿Y si no le obedeces...? Serás independiente ..., serás como Dios.
Sin embargo, es bueno que reflexionemos. ¿Verdaderamente somos tan importantes? ¿Quién es la persona que hace esas preguntas, y que se cree tan independiente? Veamos, ¿cuántos años tengo? ¿Sesenta? Bien.
Dicen que el hombre más antiguo del que se tiene noticia puede datar de hace 500.000 años. Una enormidad, y sin embargo, ¿qué es la historia de todos los hombres comparada con la de la tierra? Los científicos estiman que han transcurrido 4.600 millones de años desde que se solidificó la superficie de la tierra.
Si imagináramos la duración de la existencia de la tierra como un día de veinticuatro horas, ¿qué lapso de tiempo correspondería a la humanidad? Empieza a contar el reloj desde que se forma la corteza del globo terráqueo y empiezan a pasar las horas.
Pasado el mediodía, veríamos nacer la vida y embellecerse la tierra, pero por ningún lado veríamos al hombre. Pasarían las horas, y cuando hubieran pasado veintitrés, es decir 79.200 segundos, todavía no habría ni rastro de él. Pasaría la última media horas ..., faltarían diez minutos, cinco ..., y todavía no se vería ningún hombre.
Sólo cuando faltasen nueve segundos, aparecería el primer ser humano. Quedarían 500.000 años por delante hasta naciéramos cada uno de los que vivimos en este siglo; poco más de una milésima de segundo de nuestro reloj ficticio. Eso sería la duración de mi estancia en la historia de la tierra. ¡Qué brevedad, qué insignificancia comparada con la historia de nuestro planeta! Y, después de todo, la medida que hemos tomados como punto de referencia es nada, casi desaparece con la historia de las estrellas que nos rodean. Para ser que el sol que nos alumbra tiene de edad más de cinco billones de años.
¿Por qué tengo que reconocer los Mandamientos y procurar cumplirlos? Porque Dios es Dios, y yo ... soy una pequeña criatura cuya importancia radica precisamente en obedecer a Dios.
Wednesday, March 21, 2007
62 - No he podido evitarlo. Es mi naturaleza
Una vez, en alguna parte, leí una historia. Hablaba de un mono y un escorpión. Habiendo llegado a la orilla de un gran río, el mono decide atravesarlo a nado. Apenas ha metido una pata en el agua, cuando oye una vocecilla que lo llama. Mira alrededor y, a poca distancia, ve a un escorpión. “Oye”, le dice el escorpión, “¿serías tan amable de llevarme?”.
El mono le mira fijamente a los ojos. “No tengo la menor intención. Con ese aguijón, podrías atacarme mientras nado y hacer que me ahogara”. “¿Por qué iba a hacerlo?”, responde el escorpión. “Si tú te ahogaras, también moriría yo. ¿Qué sentido tendría?”.
El mono piensa un poco y le dice: “¿Me juras que no lo harás?” “¡Te lo juro!”.
Entonces el escorpión sube a la cabeza del mono y el mono empieza a nadar hacia la otra orilla. Cuando está casi a la mitad, siente de pronto un pinchazo en el cuello. El escorpión le ha picado. “¿Por qué lo has hecho?”, grita el mono. “¡Ahora moriremos los dos!” “Perdona”, responde el escorpión, “no he podido evitarlo. Es mi naturaleza”.
Tuesday, March 20, 2007
61 - La cámara sigue siempre al dinero
Se dice que en el rodaje de la película "Los siete magníficos", que seguramente muchos de ustedes habrán visto, uno de los actores, Charles Bronson, procuraba sistemáticamente apartarse del grupo que formaban los otros seis actores. Su propósito era obligar a la cámara a que le prestara una atención individual.
Finalmente el director, John Sturges, se dio cuenta de la argucia y dirigiéndose al actor le dijo:
-No te empeñes; la cámara seguirá siempre a Yul Brynner; porque la cámara sigue siempre al dinero.
Sunday, March 18, 2007
60 - Un malvado que podría corromper a tanto inocente
En el libro "El buque en la Armada Española", p. 100, escrito por varios autores, se cuenta lo siguiente:
Además de la estratagema narrada también se cuenta de aquel famoso duque de Osuna, virrey de Sicilia, que el sábado de gloria al disponerse a conceder la libertad a un forzado de galeras, preguntó a cada uno por los motivos de su condena y todos le hacían protestas de inocencia, insistiendo en que si se hallaban en galeras sólo se debía a injusticia de los jueces, mala fe de los escribanos o a persecución de las autoridades.
Solamente uno confesó de plano su delito y afirmó que se consideraba bien castigado. A éste fue al que el duque puso en libertad, diciendo a todos que no era justa la presencia de un malvado que podría corromper a tanto inocente.
Saturday, March 17, 2007
59 - Buscadores de la verdad
Según una antigua tradición asiática, en la corte imperial cada año se escribía la historia del reino. Dos altos ministros del emperador se encargaban de ello. El uno tenía que poner por escrito las cosas buenas que habían ocurrido en el reino; el otro tenía que hacer una lista de todo lo negativo que había sucedido; pero ninguno de los dos sabía lo que escribía el otro.
En una audiencia especial y pública, a comienzos del año nuevo y ante la corte imperial, ambos redactores tenían que leer su balance. Todos esperaban conocer la verdad contrastando los dos informes. Después de haber escuchado las crónicas, el emperador, dirigiéndose a la corte, decía:
-Quien tenga entre vosotros algo que decir, que lo diga.
Así fue como un día el emperador invitó a todos a expresar su opinión. Pero nadie se atrevía a hablar. Reinaba el más absoluto silencio. De repente se oyó a alguien gemir y llorar.
Entonces el emperador preguntó:
-¿Quién llora? El que está llorando venga ante mí y hable.
Salió un mandarín, hizo una triple reverencia ante el emperador y dijo con mucho respeto:
-Majestad, nadie en esta corte se atreve a decir la verdad. ¡Temo que nuestra nación esté en peligro y se derrumbe!
Friday, March 16, 2007
58 - Se dulcificara en el trato con su esposo
Era un hombre ya maduro en años que, pese a tener buen acomodo, porfiaba que con tal de que le permitiesen profesar en el Carmelo haría los más viles trabajos, como el último de los legos.
El maestro de novicios fue su valedor y se deshacía en elogios de su vida de piedad y fray Juan por no hacerle de menos dijo, sea, pero que cuiden de no apresurarse en tomarle las medidas de la cogulla.
A los pocos días se presentaron en el convento la mujer y los hijos del postulante, reclamándolo, y a unos les dio por reír y otros montaron en cólera, por la burla, y el maestro de novicios, que era el más corrido de todos, lo quería entregar al alguacil por haber abandonado a los suyos.
Pero medió fray Juan con su autoridad de prior y le razonó a aquel desventurado haciéndole ver que, en lugar de querer entregarse a viles trabajos entre los muros del convento, debía esmerarse en el noble quehacer de ser buen esposo y mejor padre, que es donde le estaba esperando Dios.
A este propósito, aun no siendo aficionado a chanzas, les hizo ver a sus frailes que lo que hacían no era tan sacrificado, puesto que los había que preferían aquello mejor que soportar mujer e hijos.
Esto lo decía porque la que vino a reclamar a su esposo parecía de muy recia condición, y para ella también tuvo unas palabras a fin de que se dulcificara en el trato con su esposo, no fuera a ser que se le volviera a escapar.
Este suceso, como ya digo, fue de broma por lo bien que acabó, pues aquel hombre se convirtió en penitente de fray Juan, y como labrador rico que era volvía por el convento trayéndose sus buenos sacos de trigo. Tengo para mí que fue de los que mucho ayudó cuando el hambre de 1584.
Thursday, March 15, 2007
57 - El problema es el cordero
En 1937, Churchill participaba en una cena con algunos compañeros del partido conservador, a los que quería advertir contra la política de apaciguamiento frente a los nazis.
Para ello les contó que el zoo de Berlín estaba mostrando una jaula donde un león y un cordero convivían en paz y armonía. Era, sin lugar a dudas, la mayor atracción para los visitantes del parque.
Entonces, un turista inglés le preguntó al guardián de los animales:
-¿Dónde han encontrado ustedes semejante maravilla de león?
A lo que el empleado del zoo respondió:
-El león no es lo difícil. Lo difícil es el cordero. Cada mañana necesitamos uno nuevo.
Wednesday, March 14, 2007
56 - Se ganó nuestra confianza
“Poco después de leer estas palabras tuve una experiencia personal que ilustra esta tesis. Llevé a mi familia a comer a uno de sus restaurantes favoritos; después de pedir lo que íbamos a tomar, nos pareció estar charlando y admirando la decoración un tiempo inusitadamente largo. Por lo general, aquel restaurante se caracterizaba por un servicio rápido, y mientras los minutos pasaban, empecé a preguntarme si el camarero que nos había atendido no sería un malévolo estudiante universitario gastándonos una broma con su mejor imitación de camarero. Y seguíamos esperando. Finalmente, cuando aquel caballero pasó sin detenerse junto a nuestra mesa, le pregunté con la máxima amabilidad posible si tardaría mucho en traerme la sopa. Me miró asombrado, como si fuera la primera vez que habláramos, dijo: “Espere un momento”, y desapareció de nuevo. ¿Iba en busca de algún amigo suyo disfrazado de chef? Al cabo de unos instantes apareció el encargado y se disculpó, diciendo que nuestra orden se había perdido en la cocina y que la comida correría por cuenta de la casa.
Ese acto de decirnos la verdad y asumir la responsabilidad de las consecuencias hizo que, de ser clientes ocasionales, pasáramos a ser clientes asiduos. En primer lugar el encargado no tenía que haber salido porque no le habíamos llamado ni nos habíamos quejado de la tardanza. Aun en el caso de que nos hubiésemos quejado, podría haber atribuido el retraso a la cantidad de trabajo que tenían en la cocina y sacársenos de encima de ese modo, pero no lo hizo. Nos dijo la verdad. Y, por supuesto, no es irrelevante el hecho de que nos invitara a comer, pero, incluso sin ese amable gesto adicional, el Rockola Café se habría ganado nuestra confianza de un manera nueva: mediante la verdad.
En los negocios, como en cualquier otra faceta de la vida, las relaciones rigen el mundo. Una relación basada en la falsedad es como una casa construida sobre arena. Una relación basada en la verdad es como una fortaleza sobre una roca”.
Tuesday, March 06, 2007
55 - Nadie tiene de verdad dos caras
Alguien me contó la réplica que en el Congreso, en pasados tiempos, dio un diputado, famoso a la vez por su fealdad y por la mordacidad de su ingenio. Estaba pronunciando un discurso convencional y ambiguo y como discurriera en exceso por la conocida dialéctica de la cuerda floja, un colega le increpó:
-Su Señoría tiene dos caras ...
El diputado de marras levantó su dedo índice y señalando su rostro, una nariz prominente y unos ojos diminutos, ocultos bajo unas cejas superpobladas, replicó con rapidez:
-¿Cree Su Señoría que si tuviera dos caras iba a traer ésta?
Sunday, March 04, 2007
54 - El general Dupont y los mejores coroneles
En la mañana del día siguiente, 22 de diciembre, fui en automóvil con el presidente a El Pardo, para celebrar conversaciones con Franco. Esta visita comenzó con un desayuno en el que imperó un ambiente tan amistoso y de tan buen humor que Eisenhower me pidió que contara a Franco una historieta que yo había contado a Ike, y que le había divertido mucho. Es la siguiente:
En los ejércitos de Napoleón había un coronel llamado Dupont. Era extraordinariamente valeroso, lo cual es frecuente en los coroneles, y era extraordinariamente estúpido, lo cual es muy infrecuente en los coroneles. Pero ansiaba rabiosamente llegar a general, que es lo que les pasa a todos los coroneles. Napoleón decía que le constaba que Dupont era valeroso, pero que no podía tener a un general tan estúpido en el ejército francés. Sin embargo, en la batalla de Austerlitz, Napoleón vio como Dupont daba una carga al frente de la caballería de la Guardia, rompiendo las líneas rusas y austriacas, y ganando prácticamente la batalla. Y mientras esto ocurría, Napoleón vio que Dupont se tambaleaba en la silla y que caía del caballo. Le habían herido. Muy impresionado, Napoleón mandó inmediatamente a su ayudante y a su médico Larrey, para que éste hiciera cuanto pudiera para salvar a Dupont. Poco después, el joven ayudante, regresaba al galope al lado de Napoleón, y le decía: “Sire, una bala ha atravesado la cabeza del coronel Dupont. La bala le entró por una oreja y le salió por la otra. Larrey dice que el coronel Dupont ahora está todavía consciente, pero que morirá antes de que anochezca”. Napoleón pensó durante unos instantes y dijo: “Muerto antes de que anochezca ... Bueno, pues vaya allá y dígale al coronel que le he ascendido a general”. El joven ayudante salió disparado al galope, y llegó a la tienda de campaña de asistencia médica, en donde Larrey estaba tratando al nuevo general, le había dado a Dupont unos buenos tragos de coñac, le había aserrado la tapa de los sesos, y había puesto el seso sobre una mesa. El seso estaba muy dañado y Larrey intentaba recomponerlo, en el momento en que el ayudante entró en tromba en la tienda de campaña y anunció: “El emperador acaba de ascender al coronel Dupont a general”. Dupont había quedado notablemente afectado por el coñac Napoleón, y tenía el seso sobre una mesa, pero, a través de los vapores del coñac oyó la palabra mágica “general”, y, tambaleándose se puso en pie, se colocó la tapa de los sesos, y se dirigió vacilante hacia la puerta. Larrey fue tras él, diciéndole: “Mon general, no puede irse tal como está ... ¡Que se deja el seso en la mesa!”. A lo que Dupont, tartajeando, repuso: “¡Que se vaya al cuerno el seso! ¡Ahora soy general y para nada lo necesito!”.
Todos los presentes, algunos de los cuales eran generales, se rieron mucho. Franco también rió, y luego astutamente, dijo a Eisenhower:
-¿Se ha fijado en quienes no son generales se han reído mucho más que los generales?.
No había sospechado yo que Franco tuviera esa clase de sentido del humor. Luego, Franco añadió:
-La razón por la que los generales son tan malos estriba en que son elegidos entre los mejores coroneles.
Estas palabras hicieron reír de veras a los generales allí presentes.
Saturday, March 03, 2007
53 - ¿Pero papá, es que hay algo mejor que un niño?
Pero sobrevino un aborto espontáneo. El padre tuvo que decir al niño que no iba a llegar ese hermanito, que tanto deseaba.
-Mira; después de todo, mamá no va a tener ese niño, e, inclinándose ante los caminos inescrutables de Dios, añadió, es mejor así ...
Pero el chico no estaba dispuesto a inclinarse tan fácilmente:
-¿Pero papá, es que hay algo mejor que un niño?
Friday, March 02, 2007
52 - Rosenstrasse: las esposas de los judíos
(Julio Montero, en La Gaceta de los Negocios, 27 febrero 2007)
Las protestas de la población alemana contra el régimen nazi fueron escasas. Cuando las autoridades norteamericanas entraron en la Segunda Guerra Mundial, se plantearon enseguida la definición del enemigo. Al llegar el turno a Alemania establecieron una diferencia que respondía más a necesidades propias que a la percepción que tenía la población norteamericana.
Y la propaganda estableció que no era igual ser alemán que ser nazi. La guerra era contra estos últimos, no contra los primeros. La verdad es que la población de origen germano en Estados Unidos era numerosa e importante: es decir, constituían un mercado de votos no despreciable.
Pero sí hubo algunas resistencias. Las protestas de la Rosenstrasse tuvieron lugar en 1943, en pleno periodo del Holocausto.
Los nazis quisieron hacer la última redada contra los judíos todavía residentes en Berlín. Los familiares, especialmente las esposas no judías, de los afectados se opusieron públicamente.
Es fácil entender la valentía personal que exigía esta decisión. Fue una protesta pacífica que impidió a Goebbels, que era el jefe supremo de Berlín por delegación del propio Hitler, una represión dura y sangrienta: no se iba a poner a disparar contra tan numeroso grupo de personas, especialmente mujeres, silenciosas y casi en cola. Ni él podía hacerlo.
Para mayor abundamiento no hubo modo de probar ningún tipo de conspiración. Pero durante una semana la marea creció y creció hasta llegar a las seis mil personas. Nunca todos a la vez.
Lo mejor fueron los resultados. Los judíos detenidos y preparados para enviar a los trenes de la muerte fueron devueltos a sus hogares. Incluso el primer grupo de veinticinco que estaba ya en un campo volvió a Berlín. La mayor parte de ellos logró sobrevivir hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
No es frecuente la valentía de tanta gente a la vez mostrada de manera pública. En la actualidad no existe la calle en cuestión. En memoria de este hecho se erigió un monumento en un parque cercano a la zona, el Bloque de las mujeres. En él puede leerse: “la fuerza de la desobediencia civil, el vigor del amor pasaron por encima de la violencia de la dictadura”.